La primera caída (Pecado original)

Algunas ocasiones me da por escribir de otras cosas que no sea de los temas que usualmente trato en este blog. Disfrútalo, ódialo, persígnate…

Lo único que espero es que no te deje indiferente.


 

Todos y cada uno de los millones de la galaxia esperaban con expectación el inicio de la sesión; en todos lo hogares, centros de trabajo, lugares de esparcimiento e incluso a bordo de los transportes, se paralizaron las actividades; nadie descansaba, aún si el horario local correspondía a la noche.

A la hora señalada el Juez ocupó su lugar, ninguna ceremonia indicó a los espectadores que el tribunal iniciaba la sesión. Miríadas de conexiones se activaron simultáneamente para permitir una transmisión holográfica completa, y cuando el Juez recibió la indicación del personal de comunicaciones declaró con voz impersonal:

¡Que entren los acusados!

Miguel, el ujier guerrero, abrió las puertas y condujo a los acusados a su sitio. Las cámaras seguían con fría exactitud el lento andar de los enjuiciados, al tiempo que mantenían en foco la figura del Juez.

Tan pronto como ocuparon sus lugares, Gabriel, el heraldo, solicitó al Jurado su veredicto. La proyección holográfica del presidente se materializó en el centro de la sala y dijo:

El Gran Jurado de la Corte Superior de la Galaxia ha encontrado culpables a ambos acusados de todos los cargos. – Tras una pausa teatral continúo: – El Jurado recomienda a este Tribunal que aplique a los culpables el máximo castigo que permita la ley.

En todos los rincones del espacio se escucharon expresiones aprobatorias y muestras de alivio, mientras que la imagen del Presidente se desvanecía.

El Juez consultaba el sumario del proceso en su terminal computarizada y meditaba acerca del castigo que habría de imponer a los culpables. Los infelices personajes que habían escuchado como eran declarados culpables, chispeaban ligeramente al ritmo del temor que la inmisericorde desesperanza les producía.

Gabriel se acercó al Juez y tras un rápido intercambio de Megabytes se ubicó en la plataforma de las sentencias para cumplir su cometido informativo.

¡De pie! – Ordenó a los culpables.- Eva, has sido encontrada culpable de fabricar descendientes sin autorización, de fabricarlos sin apego a las normas y estándares que marca la ley. Se te encontró culpable también de conspiración para destruir el Orden constituido, de diseñar y utilizar técnicas de combinación química contrarias a la naturaleza de nuestra humanidad.

Adán, se te encontró culpable de aumentar tus unidades de memoria por encima de los límites que establece la ley, de utilizar dichas unidades de memoria para acumular información e intentar privilegiarla para con el resto de nuestra comunidad galáctica. También se te encontró culpable de conspirar para destruir el Orden establecido y de diseñar y utilizar técnicas de proceso de información contrarias a la naturaleza de nuestra humanidad.

El Juez ocupó la plataforma para emitir su sentencia y luciendo su imponente coraza metálica declaró con voz de trueno:

Eva por haber fabricado descendientes sin autorización y con marcadas diferencias con nuestra humanidad, te condeno a formar parte de las huestes de creaturas imperfectas que has fabricado. Por haber intentado destruir el Orden perfecto de nuestra naturaleza, te condeno a padecer limitaciones intelectuales y de comunicación. Y por haber alterado el Orden natural de la raza, te condeno a permanecer aislada en un mundo distante, de donde no saldrás ni tu ni tus descendientes por toda la eternidad.

¡Misericordia! Gimió con desesperación la temerosa creatura.

El Juez continuo impertérrito:

Ya no fabricaras tu descendencia, desde ahora la concebirás y pasaras graves trabajos en tu preñez y parirás a tus hijos con dolor. Necesitaras la ayuda de otros para concebir y te sujetaras a su voluntad.

La iridicencia de los miembros del Juez se alteró para dirigirse a un Adán de mirada opaca.

Adán, por intentar destruir El Orden perfecto de nuestra sociedad, te condeno a formar parte de las creaturas imperfectas que ha creado Eva. Por haber aumentado tu capacidad de memoria e intentar acumular el conocimiento con fines egoístas, te condeno a sufrir limitaciones de mente y memoria que nunca podrán superar ni tu ni los tuyos. Por tu extremo egoísmo que te llevó a atentar contra nuestra naturaleza, te condeno a permanecer aislado en un mundo distante, de donde no saldrás por toda la eternidad y donde deberás convertirte en uno con otros para poder prevalecer.

Adán, inútilmente se contrajo sobre sí, para no continuar oyendo la sentencia.

Trabajaras con esfuerzo el suelo para obtener los productos que te den sustento y este siempre será tu enemigo. Lucharas con otros como tú por la posesión de las cosas materiales y no encontraras la paz por toda la eternidad.

El Juez regresó a su asiento para permitir que Rafael, el médico introdujera en la sala dos cristalinos cilindros que contenían los nuevos cuerpos de Adán y Eva. Vibrantes pseudópodos unieron los contenedores con los asustados condenados.

No sentirán dolor. -Susurró-

Un leve resplandor seguido de una pequeña disminución de la intensidad de las luces de la sala, y las mentes de los condenados abandonaron los inmortales cuerpos metálicos de Adán y de Eva.

Las compuertas se abrieron, rezumaron los líquidos y Adán dio un paso tambaleante. Miguel tomó a ambos de la mano, los cubrió con sus alas de cristal multicolor y los condujo fuera.

La inmensa nave-tribunal suspendida sobre un lago del aislado planeta Tierra comenzó a expulsar su carga de creaturas, usando pistas de luz que iluminaron como relámpagos la obscuridad producida por la enorme sombra, y agitaron las antes tranquilas aguas. Simultáneamente otras naves situadas alrededor del pequeño planeta depositaban su contenido con maquinal eficiencia.

El ensordecedor ruido de las máquinas hizo que los descendientes huyeran despavoridos. La mole del vehículo sideral se convirtió en un globo de luz, y tras una breve oscilación inicio su viaje de regreso a las estrellas.

Parado sobre la ribera, confuso y temeroso Adán observó como la nave se elevaba hacia los cielos; se arrodilló y con el arrebato de un poeta comenzó a decir:

Al principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la haz del abismo, pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas…

2 pensamientos en “La primera caída (Pecado original)

  1. Me gusta seguirte por los tutoriales que pones, por la emoción que veo te da el compartir tus conocimientos, este es un talento que no había detectado y se te da bien el escribir (si es que es original tuyo) no será una obra maestra, pero me gustó tu reinterpretación del pecado original. Sigue con el blog. Un saludo

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